martes, 9 de noviembre de 2021

Cuestiones de ciempiés

     Si bien comenzaré esta pequeña entrada desde un punto de vista muy personal, me gustaría recalcar un aspecto en particular relacionado con el objeto de discusión de esta reflexión: la gramática. A pesar de que mi contacto con ella durante la ESO, bachillerato y el primer año de universidad no fue ni siquiera mínimamente agradable, estoy verdaderamente agradecida y cuanto menos sorprendida por haber aprendido a quererla, a aprenderla y a comprenderla. Creo que el órden de esos tres factores es a la inversa, pues la comprensión es la base del aprendizaje y comprender conduce a la motivación de querer saber más y más.

    Dicho esto, considero que con la gramática sucede algo muy parecido: es la vía que nos lleva a comprender la lengua, por qué la utilizamos como la utilizamos. Es más, cabría decir que es realmente sorprendente, porque hace comprender que realmente sabemos muy poco y después nos ofrece todo. Es algo similar a preguntarle a un ciempiés cómo es capaz de andar con tantas patas y que al pensarlo se le olvidara cómo hacerlo porque hasta entonces, simplemente lo había hecho, no se había preguntado cuál era la manera de hacerlo.  

    Enseñar gramática es volver a enseñarle a caminar a ese ciempiés, pero no de cualquier manera o inconscientemente -como solía hacer-, sino enseñarle sabiendo por qué lo hace, cómo lo hace, qué hay detrás de todo ello. Por tanto, dejando las metáforas a un lado, adquirir conocimientos en torno a la gramática es importante para el uso consciente y razonado del lenguaje y más aún, diría que es imprescindible para valorar la creación del mismo en cualquier contexto y ámbito. Además, hay que tener presente que hay muchas maneras de hacerlo que se alejan de la tan temida manera “tradicional” y son increíblemente enriquecedoras tanto para el alumnado como para el propio profesorado.




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