martes, 26 de octubre de 2021

El amargo despertar

El brillo deslumbrante que desprendía aquella copa dorada hacía cuanto menos impensable apartar de ella la mirada. Cautivadora. Atrapaba. Atrapaba a todo aquel que osaba contemplarla. No eran necesarias las palabras, el oro y los diamantes que la componían bastaban para persuadir desmedidamente. Así pues, todos procedían a beber de ella, como si de un rebaño de ovejas se tratara: cegadas por el deseo, instigadas por el insaciable ansia de riqueza y poder. Mas poco tardarían en descubrir que el bocado que seguía a ese dulce elixir glorioso quedaba muy lejos de ser ambrosía. Tanto fue así, que una de las ovejas, presa de la ira y la profunda decepción, despertó del hechizo del dorado cáliz, y se tornó oveja negra. Oveja despierta. Oveja a la que el mismísimo lobo disfrazado de capitalismo, falacias y falsas y tentadoras promesas temería.



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